jueves, 26 de marzo de 2009

LAVIOLENCIADELOSHOMBRESMEPERSIGUE





Locación: interior de Casinos del Estado; sucursal Parque Hotel.
Time: 2:30 am.
E$tado del tiempo: nublado con chaparrones y 5 whiskys on board.


Juego en una maquinita tragamonedas, con resultados variables. Poca gente a la vista, más bien tipo chorros-planchas, edades varias.
Giran frente a mis ojos las figuritas de colores, hipnóticas y anestesiantes.

Junto a mí se instala una morochona, flaca y fuerte como palo para matar osos.
Noto con la visión periférica que me mira. Largamente. Adopto actitud número 3 (gracia, masculinidad recia, todomeimportaunamierda).

Pasan 30 segundos y ella sugiere:
- ¡Jugastes (sic) a 15 líneas y sacastes 500 créditos!
- Ajá...
- Si las pusieras en X 2, sacarías el doble...
- Es verdad...
- Yo me llamo Yamila...
- Marcoantonio a tus órdenes... ¿Te gusta la típica o el jazz?
- ¿Lo qué?
- Nada. ¿Qué música te gusta?
- La cumbia villera me encanta (se retuerce como afectada por unos 300 volts). Vos tenés pinta medio como de Pocitos; ¿te gusta el Reggaetón?
- Si supiera qué es...

En ese momento empiezan a apagarse las luces del interior del casino, mientras converso con "Jessica" y trato de levantármela (antes que el impulso de estrangularla me gane de mano). Noto alarmado que van apagando las maquinitas y ya han apagado la mía con casi mil mangos adentro.
Protesto. El jefe de sala me trata cual imbécil; insiste que no había nada que cobrar.
Diez minutos de discusión; los 5 Johnny y la pretemporada con "Tamara" me suben la mostaza y discuto, ahora sí cual imbécil. Resultado: Stalingrado; 750-900 pesos menos en mi haber.

Recorro con la mirada el casino y "Yenifer" pasó del estado sólido al gaseoso. Mala suerte, otravezserá.

En la desolada puerta del casino esperan ¡Yamila! y su generoso escote.
Combinación para mañana encuentro Plaza Gomensoro 22:00 hs.

Locación: Exteriores, Plaza Gomensoro, 10:10 pm.
Estado del tiempo: un viento de puta madre, en pleno diciembre...

Payload: ni una miserable cerveza.

Estado de ánimo: parcialmente preocupado, mejorando por el este.


Todavía leyendo en mi mente un par de mensajes de texto que me envió Yamila al mediodía, en los cuales descubrí que:
1) El inventor de "iTap"(el predictor de lenguaje de Motorola), perdió su tiempo.
2) Yamila se come todas las eses, menos la de "estuvistes".

Decido demorar un poco mi llegada a la cita de las 10:00 pm, como para que ella espere al menos 5 minutos (táctica que los hombres no dominamos demasiado).

Bajo del taxi a las 10:10, máxima demora que un hombre en estado de celo puede soportar (Dick Dickinson, Ph. D.,"Nature of Hard State Men", University of Massacotta Press), para descubrir que era el único ser humano en Pocitos capaz de soportar un huracán Fuerza 7. Nadie a la vista. Abro el celular y llamo.

- Holaaaaa...
- Ahhh... soy yo; ya llegué. ¿Venís o qué?
- ¡Sí! me visto y ya voy para ahí...

Es una batalla que los hombres jamás ganaremos...

Me aprendo de memoria la filosofía por la cual Walmer equipa a todas las familias judías de Pocitos, mientras Yamila selecciona entre la tanga negra y el culote celeste. O pelea con su madre sobre quién cuidará los vástagos hasta las 5 de la mañana. O se trenza con su hermana por la cartera rosada con tachas. Chi lo sa...

Increíblemente, apenas 15 minutos después veo acercarse a la chica de mis desvelos (y de mi neumonía triple), y me dice a quemarropa:
- Tenemos que hablar...
(¿De qué? ¿De que nos separa el hecho que no me guste la cumbia villera? ¿O el reggaetón? ¡Si no cambiamos más de 30 palabras el día antes!)
- Sí... esteeee, Vamos a un lugar tranquilo y charlamos...
(Un lugar tranquilo, es aquel en donde la probabilidad que alguien me identifique es casi la misma que ganar el juego de la cédula 3 veces).

Un taxi nos deja en el pool más atorrante de la Av. Rivera, en el cual cinco borrachos toman vino y la rockola tira música de Los Iracundos.
Nos sentamos en una mesa, pido una cerveza, una coca light para ella (todas las mujeres están cortadas por la misma tijera, con diferencia de la calidad de la tela) y 2 fichas de pool.

- ¿Venís seguido acá?, pregunta interesada Yamila.
- Tan seguido como puedo (...)
- ¿Puedo poner música?
(Sí, pero nada de cumbia, ni de ragatón, ni ninguna de esas porquerías, quisiera decir, pero mis hormonas son más fuertes...)
- Como quieras...

Tras poner la horrenda sinfonía habitual, me dice, mientras toma mi mano y la pone a 5 milímetros de su pubis:
- Tengo algo confesarte... supongo que ya te distes cuenta, pero tenemos que hablarlo...

(Dios, ¡es un travesti! ¡No me di cuenta! ¡La rep... madre que lo parió!).

- Bueno la verdad es que me parece que sí, que ya lo sospechaba...
- ¡No! ¡No vas a pensar que soy una puta!
- ¿Eh...? No, en realidad yo creí adivinar que...
- ... que soy casada... ¿Cómo te distes cuenta?
- ... eeeehhh, bueno, algunas señales había...
- ¡Vos me leés la mente, sos increíble!
- ¿Y tu marido...?
- Estamos separados desde hace 2 años, pero vivimos juntos hasta que yo pueda mantenerme. Acabo de conseguirme trabajo... de promotora de refrescos "Spuajj". En unos meses voy a mudarme y poner una boutique de ropa usada en Benito Blanco y Av. Brasil. El local me lo prometió un señor que conocí en "Azabache"...
- ¿Y tu esposo no se calienta si llegás a las 3 de la mañana?
- A veces me tranca la puerta con una silla, pero si le toco a todos los vecinos alguno me deja pasar la noche en su casa.

Mientras yo contaba la cantidad de preservativos que llevaba en el bolsillo, pensaba: "esto hay que resolverlo en los próximos 10 minutos, o voy a cometer una locura".

- ¿Porqué no vamos a un lugar más tranquilo, para charlar?
- ¿Más tranquilo?
- Sí (la estación antártica de Finlandia...). Podemos ir a un hotel muy bueno que está cerca de acá...
- Bueno, vamos; ¡pero ni sueñes que vamos a hacer el amor!
- ¡Por supuesto! Lo importante es que podamos conversar con un poco más de intimidad, mientras tomamos algo. Este lugar ya no es lo que era...

Locación: interior del móvil 22 de Radiotaxi "Scott"
Destino: un hotel de $ 300 la noche.

Sensación térmica: caliente como bombilla de latón.

Probabilidades de sexo: 99%.


El problema con Yamila es que no tiene "mute"; es como la pesadilla de una sala de Emergencias: no hay manera de parar la hemorragia que surge de sus labios. Pero en medio de todo eso, llega la frase que la ha inmortalizado:
- "La violencia de los hombres me persigue..."

Realmente interesado, dejo de mirar en su escote.
- ¿Qué querés decir?
- Es que vi como discutías con el tipo del casino y me asusté; los hombres son tan violentos...
- ¿Has tenido malas experiencias?
- Mi padre era un hombre violento; mi hermano gay se llevó cada paliza...
- ¿Y a vos te pegaba?
- No, pero me amenazaba con el cinto cuando llegaba tarde de noche... (suspiro).

(Nota: toda esta conversación se desarrolla con Yamila metiéndome mano como loca).

- Pero eso no es para tanto... ¿no?
- ...y todos los hombres siempre terminan mostrando los que son; violencia... soy una perseguida por la violencia...

Mientras reflexiono y me compadezco de esta pobre chica, la libido ya me bajó a un nivel tolerable: puedo salir del taxi sin que mi pantalón parezca la carpa del circo "Equino Brothers".

- No me parece bien que vengamos a un hotel, dice Yamila. No la primera vez que salimos...
- ¡Pero si es lo más normal del mundo! Es más, ¿no sabés que en Europa ya no se usa ir a un boliche a charlar? La gente se conoce en hoteles, es lo que está de moda...

Y ya estamos en la recepción, soportando el ritual embolante de las cédulas, pedido de cerveza y coca light, óbolo de los $300 y aceptando el control remoto de la tevé y la llave que viene con un pedazo de madera con el cual se podrían hacer a la parrilla dos docenas de chorizos Cativelli, en donde dice "902". Un hotel que tiene un solo piso de alto.
Subimos por la escalera.

- No soy de aceptar venir a un hotel, me siento fuera de sitio...- aclara Yamila.

Se me ocurren diez acotaciones a esta frase, pero no creo que este sea el tipo de mujer que aprecie mis comentarios sarcásticos. Me limito a poner cara de póker.

Llegamos a la habitación. Una lamparita flota triste en el cielo. Tv 14 pulgadas en un soporte de la pared, colcha a rayitas, lo de siempre.

Ella se tira en la cama en pose odalisca.
Esto pinta bien.
Me tiro en la cama.
No es necesario describir los preparativos habituales del sexo, ¿no?
En el mejor momento, cuando estamos parados frente al espejo del baño, tocan a la puerta. Es el maldito portero con las bebidas. Anticlímax.

Diez minutos después, recupero la posición en donde estaba.
Pero... se saca la ropa y resulta que no está taaan buena como parecía (malditos diseñadores de ropa). Pero bueno, puestos en faena...

- ¿Trajistes preservativos? (Yamila, obvio).
- Si, claro...
-Ponételo doble...

Me acuerdo de su manía de apostar por 2 en el casino, pero igual me parece un despropósito.

- Estas cosas están hechas para usarse de a una, corazón...
- ¿Y no quedaré embarazada?

La callo con un beso antes de que realmente me saque de las casillas.
Y mientras transcurre el acto nefando, Yamila, que tiene unas uñas ENORMES y largas, se dedica a arañarme la espalda con una saña que envidiaría La Inquisición.

Diez minutos después (vamos, no dura más que eso...), le digo: - Escuchame; no me gusta que me torturen mientras hago el amor; no me arañes tan fuerte...
- ¡Ay! Perdón. Lo que pasa es que pierdo la conciencia...
- Si, buenísimo, pero acabo de mirarme la espalda en el baño y me dejastes (ya me estoy contagiando...) con unas cicatrices brutales!
- ¡Perdoname, mi amor!
- El aire acondicionado está muy fuerte, me dió frío- reflexiono en voz alta.
- Me parece que en la parte de arriba de ese placar hay frazadas, dice Yamila (la que no se sentía a gusto en los hoteles...).
Efectivamente hay frazadas.

Agarro el control remoto y me pongo a hacer el deporte favorito de todo hombre: el zapping. Yamila se enrosca alrededor mío y empieza a trabajar para el segundo acto.

- Y... ¿Te gustó?
- Puff... pila.
- Porque ahora que lo hicimos, vas a hacer como todos los hombres: no me vas a llamar más...
- ¿Yo? Yo soy el tipo que siempre llama... soy más bueno que Lassie...- digo mientras paso de Fox Sports a ESPN+.

Algo bueno de Yamila: es re-meritoria. Logra que haya un segundo round. Y todo bien, hasta que empieza a arañarme con una saña increíble, tipo flagelación filipina.

- Por favor, te dije que no me gustaba que me lastimaras...
- ¡Ay, sí! Perdón...

Un minuto después, y 20 surcos más en mi espalda, comienzo a decir: -Te pedí que...
En ese momento me da un furioso mordiscón en la tetilla izquierda, que me saca totalmente.
La empujo y le digo: - Se acabó...

Me levanto de la cama, y agarro el boxer (¡claro que uso eso!) y lo tiro contra el piso, pensando que es su cabeza.

- Ahora pedite un taxi y andate...
- ¡No te entiendo! ¿No ves que sos raro?
- ¿Es raro que no me guste que me lastimen?
- ¡Sos violento! ¿Cómo me vas a hacer esto?

No contesto y después de vestirme, bajo por las escaleras. La veo alejarse en un taxi.
Mientras camino a casa (para calmar un tanto mis ánimos), cambio su nombre en los "Contactos" del celular: en lugar de "Yamila", inserto el término "Loca".

Al otro día, tipo las 11:00 suena el celular. Es un mensaje de texto de "Loca", que dice: "Agrecivo!"

***

(© 2006 Carlos B.)